jueves, 24 de enero de 2013

LA MUERTE DE SOR MARÍA ¿DOLOR O ALIVIO?



Nunca pensó  Sor María la polvareda que iba a levantar su fallecimiento. Muchas emociones encontradas por parte de la opinión pública, de su Orden religiosa, de sus familiares, de las madres de los bebés robados y de miembros de la justicia, entre otros.

Y qué sienten realmente: ¿dolor o alivio?
Puede parecer contradictorio que las madres a quienes separó de sus hijos en el momento del parto sientan dolor.  Sí es una triste noticia para ellas, porque todavía su angustia se incrementa al creer que con su muerte la verdad quedará silenciada. A esta mujeres, es lógico que les hubiese gustado verla juzgada y saber el porqué de su actuación.

JUSTICIA

Con ella desaparece la responsabilidad penal que pudiera tener de los tres procedimientos penales abiertos en tres juzgados diferentes. La mayoría podemos pensar que se ha llevado consigo el secreto de los niños robados y su paradero. Pero cabe preguntarse,   ¿operaba sola Sor María o pertenecería a una red organizada de tráfico de niños?

Tanto la Fiscalía como las acusaciones pueden continuar con la investigación y solicitar al Juez la práctica de nuevas diligencias que permitan la imputación de otras personas.  De todas formas, aunque se agotara la vía penal siempre quedaría abierta la vía civil y la posible exigencia de responsabilidades a terceros que pudieran estar implicados.

SUS GESTOS

El naturalista inglés y padre de la teoría de la evolución, Charles Darwin, apunta que el origen de las emociones hay que rastrearlo en los gestos y actitudes más primitivas. Su carácter visionario e intuitivo, le hicieron ver con claridad en el siglo XIX lo que 200 años más tarde sería una evidencia, que la comunicación no verbal está ligada a la zona emocional del cerebro. Por eso los gestos no mienten.

La Comunicación No Verbal de Sor María, tras analizar vídeos de televisión,  hablan de una mujer con doble personalidad. Una cara obedecía a una persona sumisa y traumatizada y la otra a una déspota, resentida, que operaba con seguridad, posiblemente por cumplir órdenes de “un ser superior”. Ahora dejemos actuar a la justicia divina y a la humana.

Sara Dobarro

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