Todos somos una bomba emocional y de
nuestro equilibrio, que está en el cerebro,
depende que no explotemos. Las conductas violentas como las del autor
del reciente doble crimen de El Salobral
o terribles sucesos donde los padres matan a los hijos, o adolescentes pegan y consumen a sus padres, me dan que
pensar.
Una de las mujeres más sobresalientes del
siglo XIX, Concepción Arenal, a quien tengo especial simpatía por también
haber nacido en Ferrol y por su condición de humanista, ya decía “Odia al delito y compadece al delincuente”.
EMOCIONES
NEGATIVAS
Hace años, estas palabras me parecían
fruto de una inagotable bondad. Hoy las encuentro cargadas de sabiduría y de
sentido. Sus estudios penitenciarios y sus visitas a los presos, dos siglos más
tarde, cobran un valor especial en este siglo de incertidumbre donde la
seguridad también se ve amenazada. Y donde las
neurociencias nos enseñan las bases biológicas de la química de la violencia.
Las sustancias químicas que están en el
cerebro y se encargan de transmitir información entre las distintas partes del
cuerpo se llaman neurotransmisores.
Estos tienen una notable influencia sobre las funciones mentales, las
emociones, los estados de ánimo, el comportamiento y el humor.
ADOLESCENTES
Un estudio reciente parece demostrar que
los videojuegos violentos producen alteraciones a largo plazo en las funciones
cerebrales de los jóvenes. Está claro que la violencia tiene una influencia
neurológica negativa y afecta a las zonas emocionales del cerebro y potencia el
comportamiento agresivo.
Dicho esto, me preocupa que nuestros
adolescentes se incorporen a una sociedad llena de frustraciones, rebeldía,
indiferente, con pocas oportunidades y además corrupta. No quiero justificar lo
injustificable, pero siento y con dolor, que estos sucesos brutales que cobran
grandes espacios en los medios informativos son directamente proporcionales a
la angustia del criminal. ¿Qué se dispara antes el click del percutor
de la pistola o de la conexión neuronal?...Todos podemos ser bombas
emocionales, cuidado no prendamos la mecha.
Para más información “Más sobre Ti”®
Sara
Dobarro
Directora
de Quedigo.com
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