martes, 3 de enero de 2012

DISCAPACITADOS AL PARO


Mi amigo Santi Hernández
El objetivo de este Gobierno es seguir una política de creación de empleo, según se nos viene anunciando, desde el mes pasado, en los medios informativos. Sin embargo, hoy  desayunaba con una noticia que no deja de atragantarme: La mitad de las empresas de mi comunidad (Aragón) redujeron su plantilla en el 2011. Pero lo que más acentúa ese nudo que se me hace en la garganta es pensar que la caída de puestos de trabajo también está afectando en gran medida a los discapacitados.

Siempre los más vulnerables son los primeros en caer y los últimos en levantarse. En Valencia, por citar otra autonomía, se intenta evitar el despido de 700 discapacitados que trabajan en diferentes centros especiales de empleo. El motivo no es otro que el retraso del pago de las subvenciones que tiene que aportar la Generalitat Valenciana. Y así, sucesivamente, por las diferentes comunidades.

SURREALISMO PURO

En estos días de navidad, tan solidarios como entrañables, los medios de comunicación, los políticos y los comentaristas generadores de opinión sólo nos hablan de números, de porcentajes y de reajustes… ¿Y de las personas?... Detrás de cada una de ellas hay un drama que interesa silenciar. Los discapacitados de estas empresas de integración o centros especiales de empleo nada pudieron hacer frente a la imparable ola del desempleo. Así, a los disminuidos les llega un injusto castigo con mucho dolor, pues las personas que tienen que ser despedidas de estas empresas, tienen serias dificultades para encontrar un nuevo puesto de trabajo.

Conozco un caso muy cercano. El de Santi Hernández Nápoles, que trabajaba en uno de estos centros especiales empleo, como gestor de redes sociales. Ni las modernas tecnologías de la red, tan amigas suyas, le libraron del paro. En los últimos meses, de 30 trabajadores con dificultades de inserción se quedaron con 7. ¿ Han pasado de ser protegidos socialmente a ser los más vulnerables?

MUCHA VOZ

La experiencia les dice que no cuentan igual para los servicios de empleo y hasta que la tasa de paro tenga un porcentaje más razonable, en comparación con países de nuestro entorno, no se les demandará para cubrir puestos de trabajo. ¿Dónde queda aquel noble empeño de crear empleo “estable y digno” para personas con dificultades para acceder al mercado laboral ordinario?

A lo largo de la historia, el hombre descubrió que, en grupo, generaría mayor entendimiento, que luego el mismo derivaría en conocimiento y que ahora, en el siglo XXI, hay que comunicar. Para eso están las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Puede que piensen que no se les hace caso porque se trata de un colectivo pequeño, pero su labor es muy grande, tanto como su voz.

Sara Dobarro
Directora de Quedigo.com

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