Me duele el alma porque me acabo de
enterar de la noticia; Manuel Fraga Iribarne ha muerto. Se va un hombre bueno,
que en determinados momentos se ha comportado como un padre para mí. Como me
dijo en uno de los encuentros, simplemente soy “un hombre que he dedicado toda
mi vida a trabajar, y si algo echo de menos, ahora, a mis 89 años, es haber
dedicado más tiempo a la familia”.
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Fue profeta en su tierra |
Fraga ha sido un gran maestro para mí.
Durante más de 10 años, en su etapa de Presidente de la Xunta, trabajé
directamente para él, en su Gabinete de prensa. Despachaba, los fines de
semana, de forma distendida en su residencia oficial de Roxos. Mientras
tomábamos el té, charlábamos de política, del sentir social, de lo divino y de
lo mundano… Esto me permitió conocer el lado humano de Manuel Fraga y conocer
más, allá de la figura de “animal
político” que transmitía. A sus 66 años, me confesó que, en ese momento sintió
como toda su vida de servicio público, había sido una preparación para ponerse
al servicio de Galicia. Y así fue. Gobernó y modernizó a su tierra como nadie
hubiera hecho.
Tuve la suerte de pasear con él, de viajar
y de conversar con suma confianza. Y les puedo asegurar que supo otorgar a su
vida el verdadero sentido que eligió. Conmigo, siempre se comportó como un
caballero y supo transmitirme un gran amor por la política, entendiendo ésta como la vocación más noble y
de mayor entrega, en favor de la sociedad. Esto mismo, hizo que en determinados
momentos, cuando fui concejala en el Ayuntamiento de Ferrol, le escribiese en
la prensa una carta abierta, donde le pedía su intercesión por una decisión que
el Gobierno de Aznar había adoptado y que hacía peligrar el futuro de mi ciudad
natal.
Solo él entendió el verdadero sentido de
aquel artículo que nos unió más. Así, cuando tuve la mala suerte de sufrir una
desgracia familiar, siempre lo tuve a mi lado, preocupado por mi futuro y el de mis hijos. Desde Madrid,
manteníamos conversaciones y me orientaba en mis decisiones. Cuando decidí
volver a casarme, quiso conocer a mi actual marido, en su despacho de
Presidente, en Santiago, y allí le pasó un exhaustivo examen a mi esposo y le
dio determinados consejos, que ni mi
propio padre podría haber hecho mejor.
Don Manuel era un hombre honesto, bueno,
generoso y un visionario. Dentro de la
educación machista que recibió sus tiempos, ha sido un gran defensor de
las mujeres, quizás por la influencia que recibió de su madre y de la tía Amadora, con
quienes se reunirá ahora. ¡Qué orgulloso estaba cuando prologó mi libro sobre La Televisión Digital
en Europa!. Según me dijo, fue él mismo el que descubrió e impulsó a Luisa
Fernanda Rudi, hoy presidenta de la comunidad Autónoma
de Aragón.
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Hombre de Estado y padre de la Constitución |
Llevó una vida austera, fiel a sus ideas, adelantado a su tiempo y
hasta más galleguista que Castelao. Su gran vitalidad y pasión por la política
y capacidad por adaptarse a las nuevas situaciones desconcertaba desde a Aznar,
Fidel Castro, Felipe González o hasta la misma Margaret Tatcher,
a quien también admiraba. Aunque ya se
lo dije varias veces, tengo agradecimiento eterno a su figura como maestro
sabio. Y lo que más engrandece su figura son esos pequeños y sencillos gestos
de cariño, que me mostró durante toda su vida.
Le
prometo, D. Manuel, que le honraré en mi caminar diario con lo mejor que sé
hacer. Y le aseguro que aunque me duele decirle adiós físicamente, sabe usted,
que siempre le escucharé, porque sus consejos viven en mi. Sé que el sentido de
su vida ha sido la POLÍTICA, con mayúsculas. El tiempo, que es por naturaleza
innovador le ha entendido en el pasado y mejor lo hará en el “futuro”. Por eso,
ahora, la historia le hará justicia, mi querido presidente. Descanse tranquilo,
que su legado ya está en marcha. Con el afecto de siempre.
Sara Dobarro
Directora de Quedigo.com
1 comentarios:
Es de justicia despedir con cariño a una persona que tanto amor tuvo a España, que tanto esfuerzo dedicó a modernizarla.
Duele ver como muchos, en las redes sociales, están tratando de empañar su recuerdo con terribles acusaciones falsas.
Descanse en paz, D. Manuel
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