Hace
tiempo que vemos como el descrédito de los que nos administran en los ámbitos
de la Justicia, Legislación y Gobierno crece. Todo porque se han enredado en la
rueda del “sin sentido”. Y cuando uno
cae, hace tambalear a los demás. El caso más reciente lo tenemos en la
detención de los implicados en el secuestro del empresario aragonés Publio
Cordón.
Los
ciudadanos, llenos de sentido común, nos damos cuenta que el corporativismo
judicial intenta que no aflore la verdad. Vemos y leemos la descoordinación que
existe entre la Guardia Civil del actual Gobierno y el sistema judicial, al que
pertenece Juan Alberto Belloch, que
estaba de ministro del Interior, hace 17 años. Se aprende poco con una victoria
pero mucho con una derrota.
OLOR
A PODRIDO
¿Qué
tipo de implicaciones puede haber para que a unos secuestradores con un
supuesto asesinato en su haber, sean arrestados a bombo y platillo, con
difusión mediática, por la Guardia Civil e Interior y el juez de la Audiencia
Nacional Javier Gómez les haya dejado en libertad con fianza de 10.000
euros? Como reza en el título de la obra
Martín Vigil, hay “cierto olor a podrido”.
Con esta medida, el riesgo de fuga es máximo y el de destruir pruebas
también.
Es
un caso tan sucio que todos intuimos tramas oscuras en el sistema de seguridad
del Estado español, con el agravante de tener gran crueldad para con los
familiares de Publio Cordón. Su hija María decía hace unas horas “o hay que
cambiar la Ley o hay que cambiar al juez”. “No hay derecho”. “Otra vez la
pesadilla”. Esta familia lleva 17 años esperando conocer la verdad. ¿No es hora de que su viuda Pilar Muro pueda
enterrar por fin los restos de su marido?
IMPERIOSA
NECESIDAD
¿Por
qué no interesa encontrar el cadáver? ¿Tal vez no cayó por una ventana como han
contado los secuestradores? ¿Alguien lo habrá matado? ¿Encontraríamos alguna
bala alojada en su cuerpo? ¿Quién la habrá disparado? ¿Si se sabe que el cuerpo
está en el monte francés “Mont Ventoux”, tras 17 años de investigación, por qué
no han encontrado el cadáver, ni interesa esclarecer la respuesta a esta serie
de preguntas?
Decía
el gran Horacio que “nunca consideraré libre a quien vive en el temor”, en el
terror y la ansiedad, añado. Conozco de cerca como han vivido y siguen viviendo
la familia de Publio Cordón las consecuencias. Es de imperiosa necesidad que
esta familia pueda poner punto final a esta tragedia, que sepan cómo murió y
que les entreguen el cuerpo para poder enterrarlo.
Este
caso es el claro síntoma de que el sistema y la política están viciados y hay,
no sólo un gran círculo de pasividad, sino muchos pequeños que no se
interconectan para el cambio de información.
JUSTICIA
Y PERDÓN
Como
ciudadanos de un Estado de Derecho tenemos la obligación de pedir “justicia,
honor y verdad”. Si los pilares fundamentales que deben sustentar nuestro
sistema fallan, ¿qué podemos esperar?... No hablamos de percepciones, ni de
subjetividad. Son hechos los que nos activan un juicio de puro sentido común.
Creo
que la crisis económica está permitiendo ver las sucias alcantarillas por las
que se mueven ciertos asuntos de Estado. Hay quien tiene los hilos de poder tan
bien sujetos que no le importa dejar en tela de juicio el trabajo de
investigación y la labor del Ministerio del Interior.
Causa
pavor y estupor pensar que nuestro sistema judicial y político se asemeja más
al de una república bananera que al de un Estado de Derecho. Tal y como está la
política actual, la primera conclusión a la que llego es que los jueces no
deberían jugar a políticos. Sino pasen, vean y saquen sus propias
conclusiones.
Sara
Dobarro
Directora
de Quedigo.com
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